PLANISFERIOS

julio 29th, 2008

“La línea del ecuador no atraviesa por la mitad el mapamundi que aprendimos en la escuela. Hace más de medio siglo, el investigador alemán Arno Peters advirtió esto que todos habían mirado pero nadie había visto: el rey de la geografía estaba desnudo.

El mapamundi que nos enseñaron otorga dos tercios al norte y un tercio al sur. Europa es, en el mapa, más extensa que América Latina, aunque en realidad América Latina duplica la superficie de Europa. La India parece más pequeña que Escandinavia, aunque es tres veces mayor. Estados Unidos y Canadá ocupan, en el mapa, más espacio que África, y en la realidad apenas llegan a las dos terceras partes del territorio africano.

El mapa miente. La geografía tradicional roba el espacio, como la economía imperial roba la riqueza, la historia oficial roba la memoria y la cultura formal roba la palabra.”

Eduardo Galeano en Patas Arriba. La escuela del mundo al revés.

Así es. Nos han mentido toda la vida. Revuelvan todo el artículo, seguro que les va a interesar…

La representación del planeta está realizada desde el Primer Mundo, de modo que aparece mucho más grande, en km2, que lo que realmente es. Cuando los mapamundis más populares están deformados, probablemente nuestra visión del mundo sea falseada.

La causa de que los mapamundis que nos enseñaron “mientan” es histórica. El mapamundi imperante lo creó en 1569, el cartógrafo Mercator (1512-1594) y aunque es bastante exacta en su zona central, genera deformaciones en materia de tamaño a medida que se aleja de la línea del Ecuador. Los cartógrafos se refieren a este fenómeno como «el problema de Groenlandia» ya que Groenlandia parece ser del mismo tamaño que el continente africano cuando éste es catorce veces más grande!!!!!!!!

Como ven la línea del ecuador no atraviesa por la mitad el planisferio eurocéntrico, sino mucho más abajo, otorgando dos tercios de atlas al hemisferio norte y sólo un tercio al sur, es decir, el hemisferio norte resulta magnificado. Un ejemplo: Europa con 9,7 millones de km2 parece mayor que Sudamérica, que posee casi el doble de superficie: 17,8 km2.
El mapa se usa en todas las latitudes, tanto en los países que aparecen «privilegiados» en él como en aquellos cuyo tamaño se ve disminuido. Resulta llamativo que en tiempos de imágenes satelitales y Google Earth, nuestra representación del mundo siga estando determinada, básicamente, por la cosmovisión eurocéntrica del siglo XVI. A falta de proyecciones que proviniesen de América, fue sumamente funcional a los conquistadores mantener una imagen del mundo con una Europa agigantada y en el centro del planeta, aunque incluso en la actualidad la mayoría de quienes se enfrentan a un mapa no adviertan su tendencia eurocentrista
En 1974, es decir hace nada – y mucho menos de medio siglo, como dice Galeano en el texto del inicio – , el historiador y cartógrafo alemán Arno Peters, en respuesta a las representaciones engañosas difundidas a partir del modelo Mercator, presentó un mapa que -aunque continúa poco difundido- modificó algunas de las certezas respecto a cómo percibimos nuestro planeta.

La primera versión fue publicada en 1983, y su particularidad es que respeta la relación de tamaño entre los países de acuerdo a su verdadera superficie, aunque deformando la forma original de algunas regiones.

El resultado visual es verdaderamente revelador: América del Sur resulta ser sensiblemente más grande que su vecina del Norte (a diferencia de lo que aparece en el planisferio que conocemos) y África ocupa un lugar preponderante, con un territorio bastante más extendido que, por ejemplo, la ex Unión Soviética. En efecto, en la proyección de Peters, todo el hemisferio Sur PARECE «agrandado» respecto al mapa convencional, aunque sólo se trata de respetar los tamaños relativos de uno y otro.

Dado que la tierra es redonda y giratoria, resultaría tan válido situar a Europa en el centro del mapa (como en la difundida proyección Mercator) como a América u Oceanía pero resulta verdaderamente disruptivo incorporar cualquier otra proyección que descentralice la mirada. ¿Por qué no situar a Australia o Argentina en la parte superior del mapa y no en la inferior? En efecto, que un continente ocupe el norte o el sur es también una convención y por eso resulta desconcertante la versión invertida del mapamundi (aunque es tan válida como la versión más difundida). Aquí  hay un «juego» on line que permite ver los distintos mapas que surgen de acuerdo a diferentes proyecciones.

Cuando investigué un poquito este tema, me dí cuenta del poco conocimiento que tenemos, de lo poco difundido que está el planisferio de Peters. De hecho, no sé si en las escuelas, en las clases de geografia o ciencias sociales, se les da a conocer a l@s estudiantes… Evidentemente, nada de esto es inocente. Más allá de lo disruptivo que puede ser cambiar el planisferio, es claro que, como dice Eugenia Zicavo, “los mapas contienen un alto componente ideológico en tanto son huellas dejadas en el plano simbólico por distintas formas de dominación (esquemas, discursos, instrumentos para conocer el mundo) que tienden a legitimar y favorecer su aceptación. Cada planisferio contiene una forma particular de significar e involucra una dimensión cultural: es fruto de un momento histórico determinado, refleja los conflictos y cosmovisiones de una época.”

En tiempos del Google Earth, me gusta ver el mundo patas arriba…

FUENTES:

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12 Responses to “PLANISFERIOS”

  1. isabelbarcelo

    Un artículo interesantísimo. Continuamente estamos manejando representaciones y, como muy bien ha quedado señalado en tu artículo, esas representaciones no son inocentes. Se nos ve el plumero… Besitos.

  2. araceli

    Me pareció muy interesante. Sobre las escuelas: resulta muy dificil encontrar mapamundis de Peters. En su defecto nos contentamos con tener en medida de din-A3 una copia del que está por internet y que forma parte de nuestro rincón de filosofia en el aula. Considero importante que nos ubiquemos en el mundo y que nuestra mirada se construya desde perspectivas menos contaminadas que los mapas de Mercator. Al principio choca, pero de eso se trata, no?…no hay que dejar nada por hecho.
    un beso fuerte
    araceli

  3. Jorge

    Algunas diferencias.
    Hay que leer mas.
    Miren este link http://nomehagasmuchocaso.wordpress.com/2008/02/15/la-proyeccion-de-peters-o-como-vender-la-moto/

  4. Gloria

    Gracias por los comentarios.

    Jorge, leí tu enlace, y sí, es otro modo de verlo, pero eso no invalida este post.

    Gracias.

  5. Thairon

    ¡Un saludo desde Venezuela!
    Me parece una maravilla esta página hermanas y hermanos; he estado leyendo muchos de sus textos, me han gustado tanto que los estoy compartiendo regularmente con mis allegados.
    Muy bueno el artículo. Les gustará saber que esas visiones impuestas cada vez tienen menos autoridad en Suramérica y, especialmente, en mi país. En el nuevo sistema de educación (más acorde con nuestra realidad particular), que estamos implantando con mecanismos participativos en Venezuela ¡ya estamos usando el mapamundi con el sur «hacia arriba»! Como dice «Telesur»: nuestro norte es el sur. Aún así, no sabíamos lo de la inexactitud de las dimensiones hasta ahora aceptadas; me será super útil para insertar ese hecho en nuestra construcción colectiva. ¡Gracias!

  6. abi

    porque no son mas grandes las letras

  7. claudia

    Me gusta mucho este tema. Lo estoy trabajando con mis alumnos y se muestran realmente interesados.
    Felicitaciones!

  8. Camilo

    Increible, hoy me lo pasaron en la escuela, mi profesor de historia nos dió a conocer todo esto, y como quedé metido en el tema, pues entré a investigar. Felicitaciones por el trabajo !

  9. diana

    esta bien padre

  10. fatima

    Es interesante pero prefiero los libros esta más explicado en los libros, pero me encanta Un cajón revuelto

    😀

  11. Maubert Ávila

    Y en último término, la «culpa» fundamental de los yerros de todo planisferio la tendrá siempre la geometría, ésa que -indiferente a las humanas peripecias- se niega en todo tiempo, lugar y circunstancias a permitirnos transformar una superficie curva en otra plana, ello sin incurrir como mínimo en deformaciones e inexactitudes insoslayables. Después de todo asistimos así -si bien no a una prueba matemáticamente exhaustiva- al menos sí a una muy eficiente demostración empírica, corroboradora de que la cara lateral de un cilindro, independientemente de cómo la manipulemos, carecerá por siempre de cualquier vocación esférica, de análoga manera a como el círculo se mantiene firme, enhiesto y victorioso ante los infructuosos embates de ejércitos enteros de reglas y compases ilusionados en cuadraturarlo. Y existe -además- una culpa subsdiaria, por cierto que secundaria, mucho más terrenal y humana aunque para nada despreciable; una segunda razón que proviene de ciertas adherencias significativas de la historia: y es que el planisferio por siglos más difundido -la proyección Mercator (o, castellanizada, del «Mercader»)- consagraba, a manos de un flamenco migrado a Alemania, una representación del mundo en consonancia con la centralidad europea tan cara al «destino natural»… autoasignado por los propios europeos. No sólo decretaba la posición «arriba» y «al medio» de Europa, sino que destinaba dos terceras partes a “su” Hemisferio Norte, magnificándolo, mientras tan sólo reservaba el tercio restante para representar las vastedades dispuestas al Sur de la imaginaria línea ecuatorial. Se copiaba aun en las proyecciones cartográficas el despojo físico en curso -tan real y tangible- que Europa obraría concienzudamente sobre el Sur americano, africano, asiático y hasta de la Oceanía, disminuídos por los geógrafos incluso en sus cartas náuticas. Se confabulaban así la fría ciencia de Euclides con la interesada política de aquellos colonialistas, para legarnos unos planisferios irrespetuosos de la realidad. Al menos hasta una fecha tan cercana como 1974, cuando comenzó a difundirse (relativamente) la hasta entonces olvidada proyección de Gall resucitada por Peters, lo que vino a poner aunque más no fuese un poco de humana e imperfecta justicia en el papel, con unas reproducciones de la superficie planetaria que desde entonces se concentran en respetar -si no ya la imposible fidelidad perimetral exacta- al menos una cierta mayor exactitud y consideración para con los porcentajes de áreas correspondientes a cada continente. Eso sí: al precio de asomarse a las hojas de los atlas disfrazadas bajo unas alargadas, lánguidas y todavía un tanto incorrectas imágenes de las tierras emergidas…

  12. Andrea

    Me encantó este artículo tan potente, respetuoso y necesario en estos tiempos. Felicitaciones 🙂

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